La
coordinación entre las manos y los estímulos visuales y auditivos son unas capacidades
que debemos tener bien desarrolladas para tocar un instrumento. Hay estudios
que prueban que recibir clases de música antes de los siete años ayuda a
establecer fuertes conexiones entre las regiones motoras del cerebro encargadas
de planificar y desarrollar movimientos. El lado izquierdo de nuestro cerebro
procesa el ritmo y el tono mientras que el derecho se encarga de procesar el
timbre y la melodía.
No
está científicamente probado, pero hay estudios con datos muy interesantes que
relacionan escuchar música clásica (no tiene que ser exclusividad de Mozart)
durante el embarazo y el desarrollo de la inteligencia de tu bebé.
Lo
que el “efecto Mozart” asegura es que esas canciones que tu bebé escuchó
durante el embarazo, ahora le resultan familiares y le ayuda a relajarse y
tranquilizarse. Piensa que puede ser una buena terapia para esos momentos en
los que no sabes qué hacer para que tu bebé se calme…
Desde
Osimusi, os deseamos paciencia y buenas prácticas. ¡Creciendo con ritmo!
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